Resumo | A partir del análisis de la experiencia urbana de la comunidad boliviana en la ciudad de Rafaela, el trabajo indaga, desde sus trayectorias laborales, los modos en que fueron ocupando el espacio para habitar.
Las primeras familias bolivianas que se instalaron en Rafaela lo hicieron en una obra en construcción en la cual trabajaban los hombres. Allí vivieron un tiempo en una situación de precariedad hasta que la empresa les construyó un predio cercado de 24 viviendas para las familias y departamentos más pequeños para los hombres solos, en el barrio Monseñor Zaspe, uno de los barrios periféricos y más conflictivos. En la actualidad, algunas de esas familias pudieron comprarse un lote y construir su casa en el mismo barrio.
En este caso la segregación se puede observar a través del fenómeno residencial, por estar limitados al predio y ser de nacionalidad boliviana, y además porque esa diferencia fue construyendo alteridades resultado de una dinámica de intercambios y percepciones un tanto conflictivas entre habitantes de ese sector de la ciudad.
Ese espacio urbano se convirtió en un enclave propicio, centro de reunión de la comunidad boliviana en Rafaela que les permitió consolidar o mantener pautas culturales y de identidad; pero a su vez se han construido percepciones y calificativos por parte de la sociedad receptora, como “el barrio de los bolitas”, que circulan por conversaciones cotidianas o redes sociales.
El objetivo es interpretar las tensiones que surgen como consecuencia de esta realidad, en la que el origen nacional y de clase social han demarcado fronteras urbanas posicionando a los migrantes en una situación de desventaja y discriminación.
Mediante metodología cualitativa, privilegiando la entrevista, se aborda este estudio bajo perspectivas de análisis de la historia reciente.
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