Resumo | En el año 2022 la Universidad de San Carlos de Guatemala vivió un episodio aparentemente sorpresiv, pero en realidad predecible, al consumarse un fraude electoral que impuso a un rector que representa a los sectores más conservadores del país y en plena connivencia con uno de los gobiernos más corruptos, autoritarios y violadores de derechos fundamentales de las últimas décadas.
La imposición del supuesto Rector desató una serie de medidas de rechazo de parte de sectores universitarios y extra universitarios que mantienen cerrado el campus central y un importante número importante de instalaciones, que están tomadas por estudiantes que rechazan el fraude.
A a pesar de que el fraude podría verse como un hecho de alguna manera sorpresiv, en realidad no fue sino el resultado de un proceso de degradación del sistema electoral universitario, pero en particular, del desinterés y la apatía de los sectores que la integran: docentes, estudiantes y personal administrativo, que ha dado como resultado una pobre ciudadanía universitaria.
La inacción o más aun, la falta de una ciudadanía activa, que se involucre no solo en la vida y gestión universitaria, ha dado lugar a que se haya creado un enorme vacío, que fue siendo ocupado por intereses ajenos a la universidad, que la convirtieron en un botín político y económico para intereses vinculados a los grupos más oscuros de la sociedad.
La degradación de la política universitaria desfiló ante todos nosotros, quizás inicialmen en forma vedada, pero al percatarse de la indiferencia de la comunidad universitaria, terminó haciéndole de forma abierta, descarada e impune.
Sin embargo no todo ha sido negativo, esta crisis ha logrado despertar ese anestesiado sentimiento de participar y rescatar la universidad para devolverle su rol democrático, propositivo y de compromiso con los sectores sociales más desfavorecidos. El camino de la recuperación de la autonomía universitaria no es fácil y probablemente no será corto. Es importante tener
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