Resumo | El siguiente trabajo está pensado en el contexto de un proyecto más amplio -de tesis doctoral- que se focaliza en los cuidados que recibía el niño durante la primera infancia en la ciudad de La Plata, entre fines del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX.
En las siguientes líneas pretendemos mostrar cómo el discurso hegemónico, occidental y binario de esa época, construyó una identidad de ser mujer a partir de la imposición de diferentes obligaciones como, por ejemplo, las referidas al cuidado, tanto de niños como de la familia en general. Tal imposición respondía al consenso general de que la sociedad estaba conformada por personas biológica y sexualmente determinadas – sexo masculino y sexo femenino – así como por determinaciones culturales de género - varón y mujer - en concordancia con con el sexo. En esos términos entendemos que operaron los Estados y la economía capitalista - junto al brazo moralizador de la Iglesia y el de la medicina higienista - sobre los cuerpos de las personas, con la finalidad de ejercer un control estricto sobre la familia y la demografía. Si bien en los estudios sobre las corporalidades se hace hincapié en el análisis de las estructuras, la economía y la política, es imprescindible revisar, también, las derivadas de las percepciones y sensaciones personales, las que resultan de la interacción entre las personas y sus vivencias, lo que Pierre Bourdieu ha denominado habitus. La significación de ese concepto nos resulta fundamental para nuestros fines, los de comprender la naturalización de un tipo de comportamiento femenino – el impuesto por el estado patriarcal – y al que revisaremos como un proceso que fue dividido en tres etapas para entender como operó sobre los cuerpos el discurso hegemónico: la mujer hija, la mujer esposa y la mujer madre.
Para revisar ese proceso de configuración de la mujer a lo largo de su vida, debemos partir de algunas nociones de cuerpo. Hacerlo no resulta una tarea fácil ya que
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