Resumo | A principios del siglo XX encontramos a varios pedagogos y maestros anarquistas en América Latina y España que abogan por una labor educativa conservadora de la salud.
Así encontramos a maestros racionalistas como Miguel Martínez, quién considera la medicina en su vertiente de prevención como parte integrante de la educación, o Bruno Lladó que presenta la educación razonada compuesta por un conjunto de asignaturas entre las que destacan los juegos, la gimnasia, la higiene y las excursiones agrupadas bajo el concepto de profilaxis.
Entre todas estas materias este trabajo pone su punto de atención sobre la higiene. Una higiene que ya aparecía en la Escuela Moderna de Ferrer Guardia, aspecto éste que oponía frente a la suciedad que caracterizaba a las escuelas religiosas y que la ignorancia del clero y la burguesía liberal ayudaban a mantener. La higiene se presenta como agente principal de salud y para ello publica en el Boletín de la Escuela Moderna artículos de científicos como el Doctor Martínez Vargas, quien cuenta como las epidemias proliferan en las escuelas y propone medidas de protección e instrucción higiénicas (lavado de manos, baños, limpieza de uñas,…), así como el establecimiento de salas amplias, de luz abundante y aire puro.
En pro de la higiene trabajará también el doctor Jaume Queraltó, del cual la revista Infancia no tan sólo difundirá algunos de sus artículos sino que hará un llamamiento al cuerpo de médicos del Uruguay para hacer frente a la persecución a la que es sometido por decir “la verdad”. Una verdad en la que muestra como detrás de los males físicos se hallan los sociales y denuncia como detrás de enfermedades como la tuberculosis, a la que califica de continua hecatombe y principal factor de mortalidad infantil, se encuentran la miseria, la ignorancia, los trabajos extremos y los alimentos insanos. Los fundamentos y el debate de la educación profiláctica serán difundidas por los medios anarquistas de Uruguay.
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