Resumo | El 2020 marcará su lúgubre impronta en la historia antropocéntrica y en la crisis multiforme de la humanidad: con el argumento sanitario de enfrentar la pandemia del SARS II, se generalizó intempestivamente a nivel mundial el uso del Estado de excepción.
Mas, muchos Estados ya recurrían con anterioridad a este extremo recurso para mantener sus políticas, aplacando la creciente insurgencia social mediante el uso de la violencia. Estas tensiones sociales y reacciones sobrepasan fronteras.
Esbozaremos aquí la comprensión de sus dos momentos a partir de las dinámicas locales de la confrontación de la insurgencia social basada en sentimientos de dignidad y de territorialidad, contra políticas estatales globalmente retrógradas y expoliadoras en Perú y Francia. En Perú, en defensa de sus territorios y de la selva: en las comunidades contra la explotación minera de Las Bambas (MMG) y en los pueblos amazónicos Wampis y Ashuar frente a las empresas Frontera Energy y Geopark. En Francia, por sus derechos como clase trabajadora y como humanos: en la huelga de los trabajadores del metro parisino contra el proyecto de “reforma” de la jubilación, la lucha de migrantes africanos “sin papeles”, en localidades al Este de París.
Al finalizar ensayaremos una explicación de la precipitación reaccionaria enunciada inicialmente, de la aceleración de una tendencia dictatorial fascista. En los casos analizados constatamos una doble dinámica burguesa rentista: de clase y colonial, esta última con manifestaciones de colonialismo interno (Perú) y de dominación colonial interna (Francia). La crisis industrial financiera de 1929 abortó al fascismo racista contrarrevolucionario; la agonía de la civilización antropocéntrica en el cuerpo y alma del capitalismo rentista y colonizador estaría dando como estertor “higienista”, el fascismo contrainsurgente.
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