Resumo | La Escuela para la vida implica una enseñanza de carácter permanente, tratando de formar a los niños y niñas para que continúen aprendiendo dentro y fuera de la escuela a partir de sus experiencias de vida y los intereses que van reconociendo a lo largo de su existencia en la familia y en la sociedad.
Los cuatro pilares de la educación, propuestos por el informe Delors, en 1996, constituyen el eje central de un aprendizaje para la vida: “aprender a conocer, es decir, adquirir los instrumentos de la comprensión; aprender a hacer, para poder influir en el propio entorno; aprender a vivir juntos, para participar y cooperar con los demás en todas las actividades humanas; aprender a ser, un proceso fundamental que recoge los tres anteriores. (Delors, 1996: 95-96).
La escuela pública “El porvenir” vespertina, orientada a la “Educación para la vida” reviste un carácter particular en el sentido de ir más allá de los contenidos curriculares propuestos por el sistema educativo. Implica una formación vinculada con el medio en el cual se desarrollan los niños y niñas y con las necesidades locales y familiares que les motivan a aprender para solucionar los problemas que encuentran en el medio social y físico en el cual se desarrollan como seres humanos, miembros de una comunidad específica. Trata de formar niños y niñas abiertos a la diferencia, capaces de aceptar al “Otro” en un proceso colaborativo de ejecución de tareas en diferentes circunstancias de su vida presente en la comunidad y enfrenten los retos que el futuro, cada vez más demandante e incierto, les depare. La escuela inclusiva no solo atiende a niños indígenas sino a hispanohablantes. En esta ponencia rescatamos la experiencia de la enseñanza intercultural bilingüe en esta escuela incluyente para fortalecer la identidad de los alumnos y el orgullo de ser lo que son, propiciando aprendizajes significativos que les permitan aplicar el conocimiento construido con su esfuerzo a la solución de situaciones imprevistas
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