Resumo | A lo largo de la historia de las fundaciones de órdenes religiosas, en general, los monasterios masculinos son los precursores, tanto en la atracción de religiosos como en la difusión de esta nueva orden. Vemos, por ejemplo, el antiguo monacato oriental de san Benito y santa Escolástica; o con la Orden Franciscana, con Francisco de Asís y, más tarde, Santa Clara de Asís.
Sin embargo, si nos fijamos en los fundamentos de la Nueva Orden del Carmelo Descalzo, este proceso es el opuesto, es decir, Teresa de Jesús primero funda un monasterio femenino para luego fundar uno masculino, con la colaboración, principalmente de Juan de la Cruz. Según Rodríguez (2012: 507), este contacto entre Teresa de Jesús y Juan de la Cruz “no se trataba de una simple información acerca de la vida de las carmelitas descalzas, sino de que […] pudiera vivirlo e implantarlo en su comunidad de Duruelo [la primera fundación de los carmelitas descalzos]”. Así, antes del primer monasterio de los Carmelitas Descalzos (fundado en 1568), había otros ya fundados de monjas descalzas. Este orden inverso, de alguna manera, colaboró para que tanto las monjas como los frailes caminaran por igual en la regla de la Orden de las Carmelitas Descalzas.
Ante este panorama, este trabajo pretende presentar un estudio sobre los fundamentos teresianos femeninos y masculinos, especialmente entre sus primeras fundaciones, enseñando las interacciones con cada regla, bien como la recreación y el poder uno sobre el otro. Para ello, haremos un corte cronológico, en lo cual se centrará en los finales del siglo XVI, principios del XVII, donde estuvieron presente en vida tanto Teresa de Jesús como Juan de la Cruz. Además, nuestra contribución será enseñar las relaciones entre la regla y su aplicación en la vida monástica de ambos, bien como una posible comparación de género entre la regla carmelita femenina y masculina, en su modo de autoridad y organización terminológico de la regla descalza.
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